jueves, 18 de junio de 2009

Prensa impresa vs Prensa digital

Al leer el artículo publicado en El País de Soledad Gallego-Díaz, “Prensa y democracia”, una se pregunta realmente el futuro de la prensa en todas sus dimensiones. Al hacer una evaluación de los últimos tiempos en el mundo de la prensa escrita, la balanza puede inclinarse hacia un pesimismo perecedero. El mundo del periodismo se sumerge en una realidad oscura en la que los ERE están a la orden del día. Las rotativas se van cubriendo de polvo mientras observan calladas el poderoso auge de las nuevas tecnologías. Pero Internet todavía no ha ganado la batalla.

En el citado artículo, Gallego-Díaz nos muestra la visión contrapuesta de dos profesionales: Steven Jonhson y Paul Starr. El primero, autor del novedoso blog llamado Outside.in, es un ferviente defensor del poder emergente de la era digital y del periodismo ciudadano; el segundo, profesor de Asuntos Públicos de la Universidad de Princeton, defiende a capa y espada la prensa impresa y la labor del periodista profesional. Pero la cuestión en sí no es puramente dicotómica, hay una gran diversidad de factores en juego. Unos en contra, los otros a favor.

Estaría bien preguntarse los porqués de la polémica generada en torno a la supuesta desaparición de la prensa impresa en un contexto de crisis mundial. Es cierto que muchos diarios han cerrado sus puertas al papel y han apostado por los medios online. Pero también es cierto que el nuevo auge digital no está del todo consolidado, como hemos podido comprobar con uno de los proyectos digitales más interesantes de la prensa española -ADN.es-, y su posterior cierre.

Así pues, es cierto que el contexto de la crisis, el auge digital y la caída de uno de los mayores ingresos de la prensa -la publicidad-, no favorece a la edición impresa. Pero no por ello hay que teñir de pesimismo el futuro de la misma, no. Al igual que cuando apareció el móvil y se predicaba el fin del teléfono fijo, tal vez, la prensa escrita y la digital puedan llegar a convivir en un mismo mundo en que la mezcla de la tradición e innovación es un bien imperante.  

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